El olvido, el robo de logros, las correcciones, la imparable necesidad por censurarnos y la eterna opresión sistemática. Eso a lo que yo llamaría "miedo".
Su constante pavor y necesidad por el dominio, el
poder y toda la atención, con ello su búsqueda constante por tratarnos como a
"nada", no digo nadie porque para ellos no somos más que un objeto de
servicio y consumo, una vil mercancía, una moneda de cambio o un simple cuerpo.
Hasta hoy hemos adquirido una poca de voz, poca porque
no tenemos ni la mitad de fuerza ni credibilidad que ellos, nuestra voz,
opinión e ideales se encuentran en eterna duda. Consideremos que las
oportunidades no fueron y no son las mismas, mientras ellos tenían acceso a
todo y eran dueños del mundo, se consideraba apenas si nosotras deberíamos
tener "voto", luchábamos por derechos que para iniciar no deberíamos
haber exigido.
La diferencia abismal a causa de nacer y ser
socializadas cómo mujeres, esa la raíz de nuestras dolencias, la refriega, la
diferencia y el olvido.
Para el patriarcado nunca hemos sido lo suficiente
para ser nombradas, para que nuestros nombres sean recordados y nunca borrados,
pero irónicamente si hemos sido lo suficiente para ser señaladas, apedreadas,
acusadas y perseguidas cómo brujas por nuestra capacidad y sabiduría, puestas a
la hoguera por temor; su temor a ser opacados, porque una mujer fuera más capaz
o tuviera más conocimiento que el de ellos, porque ganase premios, obtuviera
nuevos descubrimientos; más siempre hemos sido borradas y nuestros logros
atribuidos a un hombre, porque claro "siempre hemos estado mejor
representadas por un hombre".
Miedo a nuestros nombres, miedo a nuestras
capacidades, ingenio, destreza e inteligencia, y pavor, un tremendo pavor a que
obtengamos nuestra completa emancipación.
Estoy cansada de todo este odio, cansada de nuestro
constante borrado, de las nuevas maneras para silenciarnos, harta de las
injusticias contra mis ancestras; mi mayor deseo es conocer el nombre de más
mujeres, conocer sobre su historia y sus aportaciones; porque pareciera que
este es solo un mundo de hombres, pero a decir verdad merecemos nombrar y ser
nombradas, recordadas y galardonadas.
Puedo garantizar que todo lo anterior no es ni fue
casualidad sino causalidad, por lo tanto, exhorto a todas y cada una de
nosotras a tomar la historia en nuestras manos, hacernos y elegirnos cómo las
protagonistas de nuestras vidas e historias; dejemos los temores y miedos para
ellos y salgamos orgullosas cada día de quienes somos.
Y tal como ellos hicieron, quememos en la hoguera los
sobrenombres: “las histéricas”, “las locas”, “las otras”, que ardan las
injusticias, ¡que ardan!, Y que nuestra historia sea reescrita en nuestras y
solo en nuestrAs manos.
Porque
siendo libres, completamente libres nuestra historia sería otra.
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