Decir que la mujer ha vivido siglos de violencia parece poco. Es una situación tan desgarradora no por el número de víctimas, sino, porque es una violencia que se ejerce sistemáticamente desde todos sus frentes. Que una mujer se aferre a un hombre que la violenta para no ser la víctima de otro nos remite inmediatamente al adagio Más vale diablo por conocido que diablo por conocer. Pero en el mejor de sus casos, durante su vejez, cuando debería ya dedicarse a disfrutar los pocos años que le quedan de vida, tiene que vivir con ese miedo, estamos hablando de la viudez.
Existe una canción popular llamada Arroz con leche. Muchos la escuchamos, la bailamos e inclusive la jugamos durante nuestra etapa infantil. Una ronda infantil que se ha ido enseñando y aprendiendo con el paso de los años y que aparentemente no tiene nada que ver con el sufrimiento de las viudas.
La realidad es que esta canción que se enseña a todos los niños a nivel mundial, como muchas otras, remite al estado de la viudez ya que el hablante pide casarse con una viuda, la famosa viuda de San Nicolás, cuyas versiones han ido cambiando dependiendo del lugar o la temporalidad, (en otros casos y de forma más general se habla de la viuda de la Capital. Pero todas las versiones conducen a una misma idea: existe un personaje que necesita casarse y preferentemente con una viuda. Así mismo pide que la mujer con la que contraiga nupcias sea competente en las tareas del hogar: que sepa tejer, que sepa bordar y abrir la puerta para ir a jugar.
Arroz con leche, me quiero casar
Con una señorita de la Capital
Que sepa coser, que sepa bordar
Que sepa abrir la puerta para ir a jugar (Anónimo)
En general el ostentar una etiqueta como la viudez ha estado supeditada a la mujer. Hasta hace unos siglos, en el español no existía la palabra viudo. En lenguas anglosajonas apareció a partir del siglo XIV. Esto lo plantea la investigadora Patricia Tovar en su artículo Más allá del matrimonio, un territorio llamado viudez. (Tovar, 1999)
Sin embargo hablar sobre la mujer como un ser vulnerable y se le re-victimiza de nuevo a través de la idea de la viudez que se forma desde una perspectiva anquilosada que corresponde a creencias, usos y costumbres me parece absurdo sobre todo porque utilizando esa etiqueta se desprenden las instituciones de cualquier apoyo real, si en la antigüedad a las viudas se les apoyaba por parte de la iglesia e instituciones de caridad, la realidad es que ésta protección escondía un beneficio muy sutil: apoderarse de los bienes y domar a la viuda. Al quitársele legalmente sus propiedades o pasarlas a los hijos a la muerte del padre, la viuda queda en un estado de vulnerabilidad económica y social. todo esto lo tratan en su tesis de investigación un grupo de investigadoras que buscan analizar el estatuto social de la viudez desde un espectro tan amplio como las ciencias sociales, (Eugenia Galicia; et al 2019)
La viuda frágil que buscará casarse de nuevo, si es joven es entonces una mejor etiqueta que la de la viuda que entiende y deberá manejar los asuntos de su esposo. En la ronda infantil se ejemplifica toda una serie de tipificación social y ampliamente patriarcal de control: una viuda joven, debe casarse de nuevo porque es fuente de procreación y de riquezas, si logra quitárselos a la familia de su pareja.
¿Entonces qué le estamos enseñando a los niñas de nuestro tiempo? Esto mismo se han preguntado los movimientos feministas de la cuarta ola y por ello, hacia 2018 se viralizó un video compartido en redes sociales por Nila Lobaldi en el cual aparece un menor cantando una nueva versión de esta canción donde se insta a la mujer a cambiar totalmente la cara de la moneda:
Arroz con leche
Yo quiero encontrar
Una compañera que quiera soñar
Que crea en sí misma
Y salga a luchar
Por conquistar sus sueños de más libertad.
Valiente sí, sumisa no. Feliz, alegre y fuerte ¡Te quiero yo!
Anteriormente en el año de 2013 el partido Uruguayo Frente Amplio propuso un cambio a la letra de la canción infantil y presentó su versión en 2013 con fuertes intenciones políticas. (BBC, 2013)
Por otro lado, también cabe destacar que como referencia didáctica la canción marca y ha marcado a generaciones y no está por más decirlo, después de todo las rondas y juegos infantiles son una fuente de conocimiento inspirado y creado para la imitación de los roles sociales, de género y sexuales de la vida adulta tal y como lo explican las pedagogas Akselrad y Gueler en un trabajo del 2001 (Akselrad y Gueler, 2001) mencionado en el artículo El juego musical de tradición infantil en Corrientes, un trabajo que trata a profundidad la importancia de distintos juegos en niños en distintas décadas. (Lucero, Irma Irene y Piñeiro María Susana, 2006)
Estamos hablando de que en pleno siglo XXI los niños siguen copiando imágenes y experimentando su mundo interior a partir de las ideas de generaciones caducas que creían que la mujer era totalmente un apéndice del esposo y que después de su muerte se vuelve un mueble viejo que hay que cubrir con una sábana y refundir en un ático, enviarlo a la caridad o deshacerse de él muchas veces de formas violentas (recordemos la costumbre sati presente en la India donde la mujer se vuelve una santa por suicidarse y acompañar a su marido[El País, 2007]).
Es entonces pertinente hablar sobre una revisión de todas las cosas que socializamos no solo como adultos si no como juegos y prácticas didácticas educativas que serán una parte importante del desarrollo del pensamiento social y de roles de género de los futuros miembros activos de nuestra sociedad así como las prácticas legales y sociales aplicadas a las mujeres en la condición de viudez que hemos establecido, las cuales muchas veces esconden profundos actos de machismo e impunidad hacia otra condición socio política de la mujer. .
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