Según me hicieron creer durante los años que estudié historia, tengo derechos desde que surgió la primera Constitución. Sin embargo, lo que no se nombra no existe y en la misma, hay distintas cosas que apenas empiezan a tomarse en cuenta, una de ellas es el uso del género.
Recientemente me di cuenta que solo han pasado 29 años, o lo que es lo mismo, llevo desde los cuatro años siendo considerada parte de la humanidad que necesita ser defendida por la ley.
A qué me refiero con esto, bueno, primero que nada voy a explicar el porqué se me ocurrió escribir esto, un tema que de por sí es enredoso y tiene miles de recovecos. Y no, no cuento con una maestría o un doctorado en estudios de género pero me he ido formando de manera autodidacta y reconozco mi ignorancia al respecto.
Digo autodidacta puesto que la primera vez que quise entrar a la materia como optativa, fui corrida por la persona a cargo, a pesar de tener visto buneno por parte de la coordinadora departamento de literatura, pero como consideró a los 3 minutos de haber entrado a su salón, que 1- Éramos muchos y 2.- No todos estábamos realmente interesados, hizo depuración usando su lista y cuando llegó a preguntarme qué hacía yo ahí ,contesté que tenía autorización de parte del departamento y simplemente tomó la decisión de pedirme que me saliera. Bueno, hasta ahí quedó esa historia, pero no por ello me he rendido.
La razón por la que empecé a escribir este texto fue el foro Aclaraciones necesarias sobre las categorías sexo y género donde tuvieron a bien mencionar la Convención de Vienna de 1993 donde por primera vez en la Historia, se les reconocía a las mujeres como personas y por ende como seres humanos y capaces de recibir protección del estado. ¿Suena extraño verdad? Más que extraño, es hasta cierto punto risible que una conferencia que sucedió cuando yo solo tenía cuatro años tuviera que establecer que las mujeres somos personas.
Pero esto no es tan risible cuando nos ponemos a deshilar de dónde viene esta necesidad. Sucede que los casos o atentados contra las mujeres eran tomados como un caso que correspondía al hogar, a lo privado y por tanto donde el hombre tenía el derecho de tomar la decisión y aplicar el castigo necesario, PLOT TWIST: esto no sucedía porque ¿cuándo han visto a un hombre castigándose por haber violentado a una mujer y que no lo use como otra herramienta de manipulación? ¿Le suena conocido? bueno, sí debe haber varios pero no es como dirían por ahí, algo común o #NOTALLMEN
Pues bien, el derecho a ser tratadas como seres humanos apenas está a punto de cumplir la treintena. Esto no quiere decir que no haya habido leyes o pronunciamientos donde se nos reconociese algún valor, no. Digamos que era algo establecido, normado o regulado. Desde 1789 han habido movimientos que están ligados íntimamente a los derechos de las mujeres. Pero esto no era y quizás no es suficiente, porque antes de decretar, hay que reconocer y para reconocer hay que aplicarlo. ¿O alguno de ustedes ha tenido la duda de si las mujeres somos de facto humanas y por tanto personas con capacidad de recibir protección del estado? Espero que no.
Más allá de las bromas sobre la capacidad que tenemos para el dolor y nuestros ciclos menstruales pienso que es de pensarse que muchas personas sigan en la ignorancia y pretendan que no ha existido una opresión patriarcal hacia nosotras.
Escribir esto es poco, también tenía la intención de hablar sobre ese discurso de odio que brinca a cada rato en las redes sociales y que utiliza distintas luchas como carne de cañón con fines altamente capitalistas y donde nadie se hace responsable de las consecuencias. Al escuchar a las académicas del foro, distintos comentarios de odio y más se hicieron notar, términos como TERFS, borrado de mujeres y demás salieron a relucir, brillantes como el oro que tanto atesoran los más desvergonzados y entonces tuve un sentimiento de zozobra y desesperación.
Se hablaba en el foro de género sobre mujeres que se les ha negado la educación y los comentarios negativos siguen distrayendo. Pero volví a aquella universidad con aquella maestra pidiéndome que me fuera, que no tenía derecho a estar ahí, que ya no había espacio y entonces las suturas se volvieron a abrir y me sentí realmente conectada, aunque sea en lo mínimo con esas niñas de Afganistán.
Y así, entre la voz de la doctora Lagarde, también me atravesaban las balas que decretaban resistencia a realidades que son distintas pero no por eso menos válidas. El foro, así como todos los espacios a los que he pertenecido se llenó de minas donde opinar puede volverse peligroso porque nos han enseñado que la verdad es una y la persona digna de compartirla tiene que ser aceptada y trabajar para el Sistema y entonces sí, tus palabras y opiniones pueden ser.
Personalmente no quería poner demasiada atención a lo que ahí sucedía y al mismo tiempo sigo cuestionando. ¿Qué es ser mujer? ¿Qué es ser feminista? ¿por qué dos luchas con personas tan necesitadas de apoyo entre sí se violentan? ¿Qué tan largo es el brazo del patriarcado que nos oprime y abarca en un especie de abrazo asfixiante?
Hoy que estoy viendo como en mi estado un asesino de mujeres puede, quizá, salir gritando cuántos millones ofrece por su libertad, a cas, no vale la pena que las académicas, las mujeres de a pie, el bloque negro, las compas, los miembros de la comunidad LGBTQ+ se unan?
Siento que a veces nos perdemos en ese mar violento que es el patriarcado y nos arrastra incesante y violento como solo él sabe hacerlo. Pero imagino que a veces, tan listas como siempre, usamos esa agua, la tratamos, la hacemos marea verde, morada, arcoíris y la usamos para lavar todos los trapos sucios en el ojo público.
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