Introducción
El siguiente ensayo se propone demostrar que la práctica rebelde zapatista es ante todo una práctica pedagógica, análoga a la pedagogía del oprimido de Paulo Freire. Para tal fin, empezaremos haciendo una breve reseña histórica del movimiento zapatista, fundamentando que estos hechos son productos de un quehacer necesariamente histórico en tanto sujetos sociales - educables y en constante transformación. En un segundo momento analizaremos grosso modo la pedagogía freiriana a partir de algunos acercamientos a la epistemología de su método –la palabra generadora-, para en un tercer momento analizar y fundamentar a partir de la postura de Freire, por qué afirmamos que el movimiento zapatista lleva inmerso una práctica pedagógica para la libertad, justicia y paz. Queremos aclarar que en este trabajo existen muchísimos huecos aún no resueltos, en parte por el espacio y tiempo, y en parte por ser una propuesta nueva que en mi papel de sujeto inacabado consciente de mi entorno y a partir de mi curiosidad pedagógica, me atrevo a plantear. Quisiera mencionar que la hipótesis aquí planteada, es producto de mi práctica y acompañamiento en el movimiento por la liberación nacional, primero como militante del Frente Zapatista de Liberación Nacional, y seguidamente como miembro de La Otra Campaña convocada por el EZLN. Así mismo, rescato de manera general el aprendizaje e información que arrojó una investigación denominada: Forma de Organización sociopolítica en el movimiento ex-bracero en Tlaxcala: una óptica neozapatista, para la cual tuve como base metodológica la investigación participativa, llevándome a convivir con bases de apoyo del EZLN, en el caracol de Oventic, Chiapas, un municipio autónomo zapatista. Por tal razón, no agoto la información necesaria, pues consciente estoy que este ensayo es tan sólo un borrador para un futuro estudio riguroso que tengo en mente desde tiempo atrás, pero que me he permitido mostrar para confrontarlo con críticas y comentarios de modo tal que vaya siendo también una serie de postulados inacabados, con la posibilidad de seguir siendo.
I. Un ejército de soñadores…
“Lo que he dicho hasta ahora se refiere radicalmente
a la naturaleza de mujeres y hombres.
Naturaleza entendida como construyéndose social
e históricamente y no como un a priori de la historia.”
Paulo Freire
El 1 de enero de 1994, una noticia consternó al país y al mundo entero, en el sureste de Chiapas, México, un ejército de indígenas mal entrenados y mal armados, le declaraba la guerra al Estado mexicano, justificando su subversión con la historia misma del país, como a continuación se lee en la primera declaración de la Selva Lacandona:
Somos producto de 500 años de luchas: primero contra la esclavitud, en la guerra de independencia contra España encabezada por los insurgentes, después para evitar ser absorbidos por el expansionismo norteamericano, luego por promulgar nuestra Constitución y expulsar al imperio francés de nuestro suelo, después la dictadura porfirista nos negó la aplicación de las leyes justas de la Reforma y el pueblo se rebeló formando sus propios líderes, surgieron Villa y Zapata, hombres pobres como nosotros a quienes se nos ha negado la preparación más elemental… (Anzaldo: p. 185).
La concepción histórica planteada, es la esencia misma y justificación de su lucha. El discurso retoma la historia no como un hecho romántico y nostálgico, ni como una serie de acontecimientos, fechas y nombres aislados unos de otros, sino sobre todo, la historia como motor de la vida misma, así, se asumen como producto y hacedores de historia, como sujetos sociales; en palabras de Freire (2005), ven a la historia como posibilidad. De esta forma, es erróneo pensar que la rebelión indígena iniciada en Chiapas, tiene su génesis efímeramente aquel enero del 94. La justificación que ellos hacen en la primera declaración es muy simple de interpretar, ya que no se puede entender un movimiento social a los ojos de la mediatés televisiva, sino como un proceso dialéctico necesariamente histórico. Ahora bien, su historia mediática se remonta a finales de los años 60, años en los cuales se generaba una tensión social a nivel internacional. En 1959, había triunfado la Revolución Cubana, en Polonia los estudiantes ponían en duda la legitimidad del gobierno, en Francia se movilizaban contra el golpe de Estado, en Bolivia, en el 67 habían asesinado a Ernesto Che Guevara, y en México la inconformidad popular desembocó en la masacre de aquel octubre rojo en la Plaza -paradójicamente- de las Tres Culturas. La matanza de Tlatetoloco en 1968, fue el “bum” que consolidó a grupos armados ya formados desde 1965, entre ellos las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), conformados en Monterrey por un grupo de universitarios en 1969, al mando de Fernando Yánez, después conocido como el Comandante Germán. Con una visión marxista/leninista que veía en la lucha armada el paso del capitalismo al socialismo y después de realizar un estudio de contradicciones sociales que apresuraran el proceso revolucionario, es como establecen su primer foco guerrillero en la selva de Chiapas. “Después de organizar una infraestructura mínima en su ciudad de origen, y establecer el cuartel general en Nepantla, al sur de la capital mexicana, las FLN se instalaron en la Selva Lacandona en 1972” (De la Grenge 1997: 117). Pero no es hasta noviembre de 1983, cuando se funda formalmente el EZLN. Esos 10 primero años fueron de creación de cuadros políticos y militares dentro de algunas comunidades indígenas chiapanecas. La organización era con tendencias a la instauración de un socialismo mediante la vía armada. La consolidación del movimiento empezó con un pequeño grupo muy reducido y clandestino de mestizos e indígenas; en el caso de los indígenas, comentaban en corto con sus vecinos, parientes o amigos sobre los trabajos que realizaban y los objetivos: la creación de un grupo armado que derrocara al mal gobierno e instaurara un gobierno del pueblo, es decir, un gobierno socialista. Las instrucciones y órdenes iban desde arriba, del pequeño grupo que dirigía las acciones desde adentro de la Selva Chiapaneca. La consolidación de ese pequeño grupo, creció rápidamente, extendiéndose a varias comunidades de la Selva Lacandona. Lo que empezó para ellos (los indígenas), como una lucha para alcanzar demandas mediáticas, se volvió poco a poco, en una lucha política a gran escala. Esta consolidación del grupo armado, se debió principalmente a las condiciones precarias en las que durante tantos años han vivido, por un lado, y por otro, a los antecedentes de intentos organizativos de subversión en la zona, sin dejar de lado y dándole un peso sumamente importante en este acto organizativo al proceso dialógico llevado a cabo desde la génesis del movimiento. Sin embargo, fue hasta el 1 de enero de 1994 cuando el EZLN le declarara la guerra al Estado Mexicano y da a conocer la 1a Declaración de La Selva Lacandona, en la que invitaba al pueblo de México a tomar las armas contra el supremo gobierno del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari. Su bandera eran las siguientes demandas: tierra, techo, pan, trabajo, salud, educación, independencia, democracia, libertad, justicia y paz, mismas que se lograrían en un primer momento con la instauración de un poder del pueblo y para el pueblo. Un ejército mayoritariamente indígena que en un primer momento llama al pueblo de México a tomar las armas y en un segundo momento, lo llama al dialogo en la 1a Convención Nacional Democrática en 1994. A este llamado, no sólo acudió la sociedad mexicana, sino que también la sociedad internacional. Podemos decir que este llamado fue un éxito, en tanto que su impulso fue un sentido identitario movido por el deseo de libertad –para unos de clase, para otros de dignidad (para ampliar información, ver MacLaren, p. 94- 96)– mismo que se forma a partir de condiciones sociales históricas de explotación que ha dejado a su paso el Neoliberalismo, y que son yugo de todo el pueblo de México y el mundo explotado. Pero más allá, es un rompimiento con los movimientos tradicionales de línea marxista/leninista, pues aunque el EZLN nace con esa línea Ideológica, es un grupo que cambia en la marcha, adecuándose y aprendiendo, de, con y en las comunidades indígenas, base de apoyo del EZLN, con la sociedad civil nacional e internacional evocando a la democracia desde el pueblo y para el pueblo, por medio de una forma de organización sociopolítica característica, que tiene como eje focal la creación de una política con ética y desde abajo, sin importar los fines, sino el cómo, y sin acceder a la toma del poder.
II. El legado de Freire
“Optar, ésa es la libertad, pero tenemos que construir
nuestras opciones, porque las que nos presentan hoy
tienen como padre al poder y como madre a la avaricia.
Podemos optar por un mundo mejor, más justo, más bueno,
pero tenemos que luchar para construirlo con justicia
y dignidad, que son dos pies con los que la paz
puede caminar y derrotar a la guerra”.
Ezln
Pocos hombres en la historia de la humanidad comprometen su acción con los empobrecidos de este planeta, y de esos pocos, una minoría dan su vida por un cambio revolucionario de fondo, mismo que integre una coherencia entre el pensar, decir y actuar desde una práxis eminentemente ética y amorosa por la humanidad. Uno de ellos fue Paulo Freire (1921- 1997). Él optó, no por el poder ni por la avaricia, sino por la construcción de un hombre nuevo y distinto, de un hombre justo y digno. Cuando el nihilismo posmoderno afirmaba y llenaba sus discursos de un fatalismo social, abogando por un individualismo y afirmando que así es la realidad, Freire contestaba que la realidad no es, la realidad está siendo, y que somos los hombres en el ejercicio de nuestra libertad quienes podemos y debemos darle forma, en ese sentido, es el hombre un sujeto inacabado, y es precisamente en esta condición de ente inacabado, de ente transformador, donde radica la educabilidad del ser. De esta forma, Freire afirma lo siguiente: “[...] la educación para la “domesticación” es un acto de transferencia de conocimiento, mientras que la educación para la liberación es un acto de conocimiento y un método de acción transformadora debe ejercer sobre la realidad” (2006:72). La educación será pues, un instrumento de liberación versus la educación bancaria o domesticadora que sirve para oprimir al pueblo, de una clase sobre otra, del proletariado contra el burgués. Esta educación liberadora tiene su teoría y fundamento pedagógico en su obra más representativa; Pedagogía del oprimido (2002). La pedagogía freiriana es una rica gama de elementos epistémicos, filosóficos, sociológicos, psicológicos y educativos, sin negar que una de sus fuentes elementales, son precisamente las tesis 3 y 22 sobre Feuerbach, planteadas por Marx en 1845. En ellas, y con lenguaje sencillo, pero no por eso sin una eminente profundidad, se plantea la necesidad de una educabilidad dialéctica docente/dicente y de la imperante necesidad de una transformación consciente del entorno, claro, retomando a Marx y a Freire (2002, 2005, 2006), mediante una praxis revolucionaria, a partir de una conciencia de clase y partiendo de que son los hombres los que hacen la historia y no pueden ni deben ser objeto de las circunstancias externas, como la supraestructura burguesa. Esta influencia marxista en las obras de Freire –que no la única-, se puede ver a lo largo y ancho de sus obras –al menos más de 10 editadas por S. XXI, México. Cabe resaltar que una de las mayores virtudes de Freire, es haber propuesto una pedagogía de, y con los empobrecidos, y no sobre y para ellos, pues su conocimiento y praxis pedagógica es producto de él con el mundo de los desarropados de este planeta, así una de sus primeras experiencias pedagógicas, y quizá la más importante es la que lleva a cabo en comunidades rurales de Brasil antes de la dictadura militar apoyada por la CIA, de su aprehensión por causa de la misma y de su exilio en 1964 a distintos países del mundo, contando apenas con 43 años. Pongamos atención a la siguiente cita: En 1962, el pueblo de Angicos, en Río Grande del Norte, fue testigo de un suceso importante: el programa educativo de Freire ayudó a 300 trabajadores rurales a leer y a escribir, en 45 días. Al vivir comunitariamente con los campesinos y los trabajadores, el educador fue capaz de ayudarles a identificar palabras genéricas de acuerdo a su valor fonético, su extensión silábica, su significado e importancia social para los trabajadores. Estas palabras representaban la realidad cotidiana de los trabajadores. Cada palabra estaba asociada con preguntas relacionadas a cerca de la vida y de los factores sociales que determinan la vida económica de la existencia diaria (MacLaren 2001: 189) Podemos afirmar que el éxito de la alfabetización freiriana en ese espacio y tiempo histórico, y por ende la refinación y concretización de su método, se debió precisamente a su fundamento epistemológico. Veamos por qué. Su metodología y postura es filosóficamente correcta, pues parte de una pregunta fundamental: ¿qué es primero, la lectura de la realidad, es decir del mundo, o de las letras, de las palabras? La respuesta es por demás obvia. Es primero la lectura del mundo, y es a través de ella, como el ser humano se transforma, siendo uno con el mundo y no sobre éste. Sigamos a Freire:
la lectura del mundo precede a la lectura de la palabra, de ahí que la posterior lectura de esta no pueda prescindir de la continuidad de la lectura de aquel. Lenguaje y realidad se vinculan dinámicamente. La comprensión del texto a ser alcanzada por su lectura crítica implica la percepción de relaciones entre el texto y el contexto (2006: 94).
Lo anterior nos lleva a la pregunta que se hacen a la vez Marx y Engels en algunos de sus tratados filosóficos: ¿Qué determina qué, las ideas a la materia, o la materia a las ideas?, resolviendo como buenos materialistas dialécticos, que es la materia la que determina a las ideas. El problema se centra con mayor profundidad cuando ese plano filosófico lo llevan de forma análoga a la movilidad social, entonces esa pregunta varía de forma pero no de esencia, quedando de la siguiente manera: ¿el ser social determina la conciencia social, o es la conciencia social la que determina el ser social? La respuesta a esa pregunta la resuelven con análisis históricos y de una forma dialéctica, buscando las leyes internas en las distintas formaciones sociales existentes hasta ese momento, concluyendo que es el ser social quien determina la conciencia social, y que son en última instancia las relaciones de producción, las que determinan cada formación social. Así, el hombre se hace a sí mismo mediante el trabajo en la transformación material de los bienes de producción, y en la búsqueda constante de la satisfacción de sus necesidades. Concluyendo que en la actualidad, en el capitalismo –ahora neoliberalismo- la sociedad burguesa sojuzga al proletariado, enajenándolo de los bienes de producción, mediante el ejercicio de la plusvalía, lo que lleva a la explotación de unos sobre otros, pudiendo cambiar las circunstancias si la clase proletaria se asume como tal y es consciente de papel histórico como clase revolucionaria, dejando de la lado la conciencia en sí, y formando una conciencia para sí, mediante la praxis revolucionaria (Marx, 1972). Tal postura no está exenta de las premisas freirianas, la pregunta a mi parecer sería: ¿cómo lograr que el proletariado sea consciente de su papel como sujetos de praxis revolucionaria? Para Freire, esto podría lograrse mediante una praxis pedagógica de la liberación, una pedagogía que reflexione desde la realidad misma, que sensibilice, una pedagogía amorosa, que vea el proceso educativo como un hecho político por excelencia, una pedagogía de los oprimidos, que no sea solo activista ni solo teórica, sino práxica, una pedagogía ética, que busque la verdad a partir de las condiciones sociales imperantes en contextos sociales dados, una pedagogía no de élite, que al liberar al oprimido, libere así mismo al opresor (Freire, 2002)7 , que respete los saberes sociales y dé peso a la palabra de los más, una pedagogía crítica que parta de lo vivido, de la lectura del mundo real, donde el humanismo y la armonía estén por encima de los intereses del gran capital, una pedagogía que pregunte, donde la lectura y la escritura sean procesos dialécticos paralelos, y asimismo, lo sean la lectura del mundo y la transformación del mismo, una pedagogía donde el dialogo sea una forma de mencionar el mundo y por lo tanto, la forma más pura y elemental de generación de conocimientos. Y es precisamente todo lo planteado anteriormente, el gran legado que nos ha dejado Freire a lo largo de su vida y obra[1].
Pedagogía de la rebeldía
…tal educación, separada del mundo real,
carente de fundamento en la realidad
y cuyos objetivos no estén orientados a transformar
este “país-infierno” en algo menos injusto,
menos desigual, no puede considerarse verdadera educación.
Guillermo Michel
En 1993, y por medio de una consulta interna, las comunidades indígenas zapatistas votan por la guerra, y es aquel enero del 94 cuando salen a la luz pública. La trascendencia, movilidad y evolución del EZLN, ha sido por demás particular y asombrosa, por un lado, porque se dan a conocer cuando en las esferas intelectuales y en voz de Francis Fukuyama, se hablaba del fin de la historia, teniendo como base y fundamento el triunfo del capitalismo sobre el “protosocialismo” de la URSS, y por otro lado, porque es el primer grupo armado que voltea los ojos a la sociedad civil, y le pregunta qué hacemos, rompiendo la imagen del revolucionario pragmático que quiere llegar al poder para cambiar las cosas. Es precisamente en ese afán dialógico, donde me atrevo a plantear la hipótesis de que la práctica rebelde zapatista, es una pedagogía política. En primer lugar, porque deja de lado el yo creo del pragmatismo clásico revolucionario, para, en un afán de humildad, preguntar y preguntarse, pues en palabras de los zapatistas, entre todos sabemos todo[2]. Recordemos que el preguntar y preguntarse es un acto eminentemente pedagógico, pues nos lleva a la generación de un conocimiento. Siguiendo a Freire; “conocer, que es siempre un proceso, supone una situación dialógica. No hay, estrictamente hablando, un “yo pienso”, sino un “nosotros pensamos”. No es el “yo pienso” lo que constituye el “nosotros pensamos”, sino el “nosotros pensamos”, lo que me permite pensar” (2006: p. 66). Y en segundo lugar, porque esa práctica dialógica los lleva a ser conscientes de la realidad que viven, y al mismo tiempo a ser sujetos de transformación de la misma, teniendo como insumo -ya dicho con anterioridad- el saber colectivo, mismo que funge, entre otras cosas, como hacedor de un conocimiento nuevo para la movilidad dialéctica que es la rebeldía. Lo mencionado con anterioridad, nos describe de una forma la concepción pedagogía de Freire (2002) cuando afirma: “la pedagogía del oprimido”, aquella que debe ser elaborada con él y no para él, en tanto hombres o pueblos en lucha permanente de recuperación de su humanidad. Pedagogía que haga de la opresión y sus causas el objeto de reflexión de los oprimidos, de lo que resultará el compromiso necesario para su lucha por la liberación, en la cual esta pedagogía se hará y rehará (pp. 35-36). Pareciera que nuestra hipótesis es tomada muy a la ligera, pues no damos mayor argumento y centramos todo en el diálogo, sin embargo, es precisamente en él y a través de él, donde la pedagogía política zapatista toma forma. Hemos hablado ya de los orígenes del zapatismo, no obstante, muchas cosas han pasado desde su aparición pública, y esas los han definido como un grupo de mujeres y hombres rebeldes, en una constante praxis revolucionaria, donde la ética y el deber cumplido, ha sido su principal aliado. Esa praxis rebelde, los ha llevado a manifestar la no neutralidad de los discursos de los políticos profesionales en la democracia formal, y de la burguesía misma, y al mismo tiempo los ha enseñado a identificar a sus iguales, haciéndose y rehaciéndose sujetos históricos con el mundo y no sobre él, porque como afirma Freire: La naturaleza de la práctica educativa, su necesaria directividad, los objetivos, los sueños que se persiguen en la práctica no permiten que sea neutra, sino siempre política. Es a esto a lo que yo llamo politicidad de la educación, esto es, la cualidad que tiene la educación de ser política. La discusión que se propone es saber qué política es ésa, a favor de qué y de quién, contra qué y contra quién se realiza (2005:33). La educación, cualquiera que sea el nivel en que se dé, se hará tanto más verdadera cuanto más estimule el desarrollo de esa necesidad radical de los seres humanos, la de expresividad (2006:54). Y es precisamente en ese desarrollo de la expresividad del otro, donde se encuentra un pilar más de la pedagogía zapatista. Esa expresividad del otro se manifiesta con gran fuerza en un principio y práctica de lucha; el mandar obedeciendo. Principio y práctica que rescata la representatividad popular expuesta por la democracia formal, pero que tiene como acción particular que este mandar obedeciendo se nutre de un mandar producto de la participación y saberse colectivos, y no por la voluntad de un profesional de la política. En otras palabras, este mandar es producto de un conocimiento general y no particular, pero lo más importante, es que es producto de una práctica pedagógica dialógica de los de abajo. A esa práctica, los zapatistas le llaman caminar preguntando, mismo que consiste en tener la palabra como principal arma, asimismo consiste en escuchar, preguntar y tratar de entender. Va de la mano del diálogo. Aprender a hablar y escuchar, para juntos avanzar en la búsqueda de propuestas e iniciativas (entre todos sabemos todo). Así, menciona el Mayor Insurgente de Infantería Moisés: La pregunta que surgió entonces, cuando se vio que no vale la pena para nada el gobierno, fue ¿Qué vamos a hacer si no resuelve el gobierno, si ya vimos que con ellos no se puede? Pero el dialogo sí sirvió con el pueblo, porque nos encontramos los explotados, los pobres de muchas partes, nos conocimos entre nosotros. Y es ahí donde nosotros empezamos a aprender de ellos, de sus luchas y pues también les explicamos cómo luchamos nosotros (Muñoz 2003:59). Son las condiciones de miseria las que los llevaban a encontrarse, a realizar un análisis de la situación en la que viven, a apropiarse del mundo, a preguntar y preguntarse qué pasa, por qué pasa, y es el mismo diálogo, lo que los lleva a dar respuesta a esas preguntas y da forma al mismo tiempo a su andar, a su práctica rebelde. En otras palabras, la lectura consciente de la realidad en la que viven mediante una praxis pedagógica dialógica, los llevó a la búsqueda de alternativas para dejar de ser objetos de la historia, y ser ya sujetos de la misma, pudiéndose dar eso mediante un pensamiento acertado de la realidad, entendiendo como un pensamiento acertado lo siguiente: Pensar acertadamente implica la existencia de sujetos que piensan mediados por el objeto u objetos en que incide el propio pensar de los sujetos. Pensar acertadamente no es el quehacer de quien se aísla, de quien se “cobija” a sí mismo en la soledad, sino un acto comunicante. Por eso mismo no hay que pensar sin entendimiento, desde el punto de vista del pensar acertadamente, no es algo transferido sino coparticipado (Freire 2006: 38). La labor más importante y necesaria de una práctica pedagógica, debiera ser ayudar en la conformación de un mundo mejor y más justo, en otro sentido, la educación, valga la redundancia, no tendría un mayor sentido, que el de llevarnos a la deriva en las fauces de la mediatización y mecanicismo inhumano burgués. Una de las características de la pedagogía zapatista que ahora llamaré de la rebeldía, y a la que le quito la connotación de política porque hemos visto que la pedagogía es política en sí misma, es su carácter internacionalista9 , pues la influencia de la realidad concreta a la luz de un mundo global, generó al unísono una rebeldía global y un aprendizaje en función del reconocimiento e integración del otro, pero no solo del otro, sino del mundo mismo como afirma el Subcomandante Marcos: “los compañeros de más edad, los mayores, decimos nosotros, empezaron a hacer valoraciones de que tal vez estaba pasando así en otros lados. Y en sus palabras de ellos decían: “la tierra no perdona, si se le hace daño, va a pasar la cuenta” (Castellanos 2008:56). Ahora bien, algo que no quisiera pasar de largo, es fundamentar por qué denomino a la pedagogía zapatista, como pedagogía de la rebeldía o de la resistencia. Pues bien, un pueblo que ha sido objeto de vejaciones a lo largo de más de 500 años, y que aún las vive, es porque lleva dentro de sí, una movilidad, una resistencia; en otras palabras, ese pueblo se niega a morir, a dejar de ser, y busca estrategias para no morir, para seguir existiendo[3] como pueblo, como sujeto, se fundamenta y se asume como producto y hacedor de historia, pero también se asume como uno más dentro de esta guerra contra la humanidad, se asume como un espejo, como un referente y a partir de sus realidad misma, asume la rebeldía como posibilidad de cambio, en palabras de Freire, “la rebelión como un síntoma de ascensión, como introducción a la plenitud” (1974: p. 87), y la resistencia como arma de subsistencia. En ese sentido, rebeldía y resistencia se conjugan para crear las condiciones conjuntas de una posibilidad de cambio en el mundo, pues dichas prácticas no son exclusivas de los zapatistas, pero sí les han funcionado. Así menciona Gerardo, un compañero de las comunidades bases de apoyo zapatista lo siguiente:
En mi pueblo no había escuelas antes, no había nada, pero ahorita los muchachos ya están tomando cursos de promotores de educación, y nosotros en el pueblo estamos construyendo la escuela, porque de por sí nos tocan diferentes trabajos. La resistencia quiere decir que tenemos que esforzarnos para estar bien. La gente no está pensando en migajas y come lo que le da su propio sudor. No lo vamos a dejar la resistencia, eso es lo que tenemos. La lucha es larga y es difícil, prolongada. A veces estamos contentos, estamos echando baile; y otros tiempos es de trabajo y tenemos que entrarle. Ahí vamos, estamos animados (Muñoz 2003: 76).
La práctica pedagógica rebelde como práctica de transformación y para la liberación, resalta la actitud crítica de quienes la llevan a cabo, pero sobre todo su esperanza, la posibilidad de ser y hacer de este mundo algo nuevo y mejor para que todos podamos caminar el mismo sendero. Podemos afirmar siguiendo a Freire, que la pedagogía zapatista es una pedagogía humana, para, en palabras de los zapatistas lograr en el mundo libertad, justicia y paz. Creemos que la siguiente preocupación de Freire (1974), ha sido superada ya por la pedagogía zapatista o de la rebeldía: Una de las preocupaciones fundamentales, a nuestro juicio, de una educación para el desarrollo y la democracia debe ser proveer al educando los instrumentos necesarios para resistir los poderes del desarraigo frente a una civilización industrial que se encuentra ampliamente armada como para provocarlo (p. 84).
Conclusión
Podemos concluir, que la pedagogía de la Rebeldía es producto de leyes internas por una condición necesariamente histórica de sujetos sociales individuales y colectivos, que se asumen como entes inacabados, y por lo tanto educables, educables para la resistencia, es decir para la subsistencia y el cambio revolucionario. Esta práctica pedagógica podemos situarla precisamente en el mandar obedeciendo, en el entre todos todo, nada para nosotros, en el por un mundo donde quepan muchos mundos, pero además, es en esa praxis pedagógica, donde el zapatismo pasa de ser un grupo guerrillero pragmático con un fuerte discurso ideológico, a ser un gran movimiento sociocultural, con una praxis político-pedagógica, análoga a la postura que Freire plantea en la Pedagogía del oprimido (2002).
Referencias
· Anzaldo, Juan [Compilador] (1998). ¡Nunca más un México sin nosotros! “El camino del Congreso Nacional Indígena”. Vol. 1. Ce-Acatl. México
· Castellanos, Laura (2008). Corte de Caja. “Entrevista al Subcomandante Marcos”. Alterno Editores. México.
· De la Grange, Bertrand; Rico, Maite (1997). Marcos, la genial impostura. Aguilar. México.
· EZLN (1996). Crónicas Intergalácticas. “1er Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo”. Ediciones del fzln. Chiapas, México.
· Freire, Paulo (1974). La Educación como Práctica de la libertad. 14ª. Edición. S. XXI. México. (2002). Pedagogía del Oprimido. 54ª. Edición. S. XXI. México.
· (2006). La importancia de Leer y el proceso de liberación. 18ª. Edición. S. XXI. México.
· (2006). Pedagogía de la Autonomía. “Saberes necesarios para la práctica educativa”. 11ª. Edición. S. XXI. México.
· (2005). La educación en la Ciudad. 3ª. Edición. S. XXI. México.
· Maclaren, Peter (2001). El Che Guevara, Paulo Freire y la pedagogía de la revolución. S. XII. México.
· Marx, Carlos; Engels, F. (1972). Obras escogidas. Ed. Progreso. Moscú.
· Muñoz, Gloria (2003). 20 y 10 el fuego y la palabra. Rebeldía / La Jornada. México.
[1] Cabe señalar que una diferencia diametralmente opuesta entre Marx y Freire, es que Marx habla de la abolición de clases sociales, pudiendo lograr esto en última instancia, con el uso de la violencia. Para Freire, el opresor también debe ser liberado de su postura necrófila, logrando esto con la misma liberación del oprimido en su praxis pedagógica.
[2] El “entre todos sabemos todo” dentro de las comunidades zapatistas, se da en el intercambio de conocimientos, y en la práctica misma. Como menciona el subcomandante Marcos en la siguiente cita, refiriéndose a las juntas de buen gobierno vs mal gobierno, en los municipios autónomos zapatistas: …nos interesa más que todos aprendan a ser gobierno porque si no, estaríamos formando una casta de dirigentes con el halo indígena o zapatista. Por eso hay que rolar a los gobernantes. Ahora lo que estamos haciendo es que haya un tránsito en el que la junta que sale le entregue los pendientes al comité de comandantes del EZLN, que siempre es el mismo, y este se lo dé a la junta que sigue. Pero se desearía incluso que se quitara toda la presencia militar del EZLN (Castellanos, p. 43). Una de las causas de la situación anterior, es que una cosa son las bases de apoyo zapatistas, en las que no existe una estructura vertical, sino colectiva, y otra es la figura organizativa del EZLN, que en tanto ejército, sí posee una estructura organizativa vertical, pero cuyas acciones están al margen de lo que manden las comunidades bases de apoyo.
[3] Para ampliar la información, revisar la siguiente bibliografía: EZLN (1996) Crónicas Intergalácticas. 1er Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo. N. E. Chiapas, México.
2 Comentarios
Buenas. Tremendo texto. Gracias x la claridad de tu escritura. Tomare todo lo que pueda. feliz de encontrarte y leerte.
ResponderEliminarGracias a usted por leernos.
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