Parábola de la milpa
Sembrar maíz es limpiar la
tierra, hacer surcos y dejar caer hilera tras hilera las semillas para que se
reproduzcan. Hacer milpa es otra cosa. Durante miles de años los mexicanos
aprendieron el arte de hacer socializar a semillas tan distintas las unas de
las otras. ¿Cómo conviven el maíz, el frijol, la calabaza, el jitomate, el
tomate, el chile; siendo semillas tan diferentes? Las semillas conviven en un
pequeño agujero hecho por la punta de una coa, en ese pequeño hogar son
engendradas, nacen, crecen, se reproducen y son cosechadas para beneficio de
otro, muy otro que también es naturaleza y semilla: el ser humano. Éste se
encarga de limpiar la tierra, evitar que plagas y otros insectos malignos hagan
daño a la familia semilla, así como procurar agua, líquido vital para ese hogar
vegetal. Las semillas por su parte saben, todas y cada una su misión: el maíz
debe crecer alto, fuerte, dar un buen jilote, un buen elote o mazorca (y si se
le pega la gana; huitlacoche). La calabaza crece casi pegada a la tierra, tiene
como misión que sus hojas impidan el crecimiento de otras yerbas no gratas a la
milpa, además de dar flores para regalar a la novia o cocinarlas en sopa u
otras formas de cocinar, termina enriqueciendo a la milpa con calabacitas
tiernas y jugosas o maduras para el dulce y no se diga de las semillas usadas
como condimento o comerlas crudas o pasadas por el comal con sal, excelentes
para los chicos. La familia semilla goza de alegría de verse realizada y
entregarse a los otros muy otros humanos. El frijol debe enredarse, crecer
hacia arriba y cubrir al maíz. El frijol complementa los aminoácidos del maíz, y
si junta los aminoácidos del huitlacoche...un taco de frijoles con huitlacoche
y un chile verde (tome en cuenta el manjar). Hablar del tomate y el jitomate
depende de la región geográfica para sembrarse y será parte de otro escrito.
Terminaré diciendo que en esta familia, a pesar de ser tan diferentes, se cuidan
entre sí, se complementan y desarrollan en armonía y comprensión, sin pasar por
alto que estos amorosos seres favorecen y albergan en su territorio a los
quelites, verdolagas, quintoniles, nabos, etc. Todos ellos buenas compañías,
que son atraídos por la comprensión, gentileza y cariño con que se tratan los
miembros de la milpa. La unidad generada por esta armoniosa convivencia motiva
al maguey, que junto a otros miembros del género agave pulcoso, forman una
muralla protectora para esta ejemplar comunidad. El maguey aporta sus fibras,
útiles para hacer cuerdas, vestimenta y otros usos colectivos. También este
agave proporciona metctchikuil* y aguamiel, excelente alimento para los niños
y, sobre todo para las mujeres en lactancia. Pero también proporciona otras
cualidades como el pulque tierno y blanco, hecho de hoy, es bastante
refrescante, y que nos alegra la vida. Es una hazaña increíble conjuntar los
distintos caracteres, de regiones tan lejanas las unas de las otras y
armonizarlas. Por ejemplo: un buen pulque blanco de Zacatecas, unas tiernas
calabacitas de Zacoalco de torres, Jalisco y unos Frijoles de Apizaco,
Tlaxcala, con tortillitas nejas de maíz morado de Michoacán, cocinados con un
trozo de carne maciza en su mole de olla. Y para rematar: escamoles**.
Me niego a platicarles acerca
de esa planta sola, aislada, triste, ensimismada, introvertida que crece sola,
flaca, cansada, ojerosa sin ilusiones, y significa sembrar solo maíz.
*Metchhikuil o chinicuiles más
conocido como gusanos de maguey.
**Escamoles (del náhuatl azcatl, hormiga, y molli, guiso) son larvas de la
hormiga
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