Cada que aparece alguna celebración, sobre todo difundida
por las redes sociales, me pregunto sobre su origen y su destino, así como por
los pensamientos de quienes se suman a dichas celebraciones. No dudo de la
buena intención ni de la inercia ineluctable de todos cuantos ponen en sus
estados: feliz día de bla bla bla; es más bien una leve sospecha de que algo no
cuadra la que se produce en mí. Sobre todo, cuando más parece inercia que conciencia.
En primer
lugar, me parece importante decir que nuestro mundo, con todo lo que él es,
utiliza ciertos mecanismos de institucionalización que parecen naturales a la
vista de los más, pero que, no son otra cosa, sino fábricas de pensamientos, de
ideas, en suma, de petrificaciones del mundo. Vale la pena recordar aquí al gran
Rockdrigo: una marca me ha vendido ya la forma de mi cabeza. La ONU es,
pues, una fábrica que vende ideas de mundo siempre a la conveniencia de los
menos y, como para tapar el sol, se inventa de vez en cuando alguna cosa que
pase por buena antes los más. Mero eufemismo diría yo.
En 1999, se
aprueba, ante las naciones unidas, la propuesta de Bangladesh para celebrar el
día la lengua materna como una forma de visibilizar la importancia de la
diversidad cultural y lingüística. Hasta aquí todo bien, es una propuesta justa
y dignificante, incluso en su más reciente discurso.
“Fomentar el multilingüismo para
la inclusión en la educación y la sociedad”, nos invita a apoyar el
multilingüismo y el uso de las lenguas maternas, tanto en la escuela como en la
vida cotidiana. Se trata de una cuestión esencial, porque, a escala mundial, el
40% de las personas no tienen acceso a la educación en la lengua que mejor
hablan o entienden, lo que dificulta tanto su aprendizaje como su acceso al
patrimonio y a las expresiones culturales. Este año se presta especial atención
a la educación multilingüe desde la primera infancia, con objeto de que la
lengua materna sea siempre una ventaja para los niños. (AZOULAY, 2021.)
Sin
embargo, ahora sí podemos pasar a terreno complejo. En segundo lugar, me parece
que se utiliza indiscriminadamente el término “lengua materna” para apuntar
hacia todo y nada a la vez, y es tal la ambigüedad generada por ello, que
termina confundiéndose con “lengua indígena” (hablando de las lenguas originarias
de América). Por un lado, es de suma importancia reivindicar el valor de las
lenguas indígenas ante el avance incesante de las lenguas francas, las cuales
terminan imponiendo visiones de mundo a los hablantes de las otras lenguas. En
segundo lugar, la confusión de lengua materna por lengua indígena es paradójica,
porque una institución promotora de la globalización, y con ello de la
destrucción de esas diversidades culturales y lingüísticas, ahora quiere pasar por
benefactora de los más. Es decir, bajo esa confusión se termina promoviendo a las
lenguas indígenas como mera curiosidad al borde de la extinción (como circo de
fenómenos), mientras que la globalización avanza en esos territorios de habla,
destruyendo a sus lenguas maternas.
En tercer lugar,
ya decíamos que “lengua materna” y “lengua indígena” no son lo mismo, aunque
para muchos de nosotros la “lengua indígena” sea la “lengua materna”. Por ello
debemos destacar que, cuando se habla de lenguas, no se deja de pasar por los
límites que imponen las definiciones. Así, decir “lengua materna”, termina equivaliendo
a “lenguas” “oficializadas” o “instituidas” (claro, para la visión generalizada
no profesional). Y como sólo se pasa por esas visiones petrificadas de la
institución, pues se deja de lado la complejidad misma que implica toda “lengua
materna”.
Hagamos una sencilla pregunta:
¿Qué relación ha entre variantes dialectales y lengua materna? Ahora pensemos
en Jaime López y la canción “La chilanga banda”. La respuesta no es sencilla.
Siguiendo las definiciones, y obnubilados por ellas mismas, diríamos: la
canción está escrita en una variante dialectal del español hablado en México,
ni siquiera dudamos de ello. Pero ¿no es también la “lengua materna” de mucha
gente en México? Luego entonces ¿no es lo mismo lo que pasa con las lenguas de
contacto, con las “lenguas criollas”? Y la cosa no acaba ahí, es tan compleja
que, para definir algunas hablas mixtas nombramos a cada una de las lenguas
incluidas: español e inglés, o a veces decimos espanglish. Pero, no hay por ahí
gente que autodenomina su habla como “pocho”. Vemos ahora la estupidez de
reducir “lengua materna” a lo que creemos que significa, cuando la realidad
termina siendo más grande y más compleja.
Por último diría, si la intención
es que el acceso a la educación sea a través de la “lengua materna”, me resulta
irónica la pretensión de que las “lenguas maternas” tengan reglas impuestas por
instituciones y a través de ellas se (de)forme, se petrifique, la vitalidad de una
lengua en sus hablantes. Así, por extensión, resulta absurda toda academia de
lengua que se dedique a prescribir bajo una justificativa de mundos académicos
y no académicos, o de homologaciones que permitan un supuesto entendimiento común.
Tan absurda como el decir que este texto se ajustó a una norma, sin ver el
fondo.
Sé que la tentación por compartir la primer tontería que se
nos presente en las redes sociales es grande, pero vale más detenerse a pensar
un poquito. Quizás en ese ejercicio veamos que las “lenguas indígenas” valen muchísimo
más de lo que un simple y trillado: feliz día de la lengua materna, puede
decir. Vivan los pueblos indígenas, vivan las lenguas indígenas. Muera la
globalización, Echémosle coco a la pensadera y no nos agüitemos con esta
verborrea que me reventé para tokios, porque quizá en este ejercicio de
reflexión podamos decir, parafraseando a Allende: “La lengua es nuestra y la
hacen los pueblos”.
Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO, con motivo
del Día Internacional de la Lengua Materna. Recuperado de: https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000375566_spa#:~:text=de%20la%20Sra.-,Audrey%20Azoulay%2C%20Directora%20General%20de%20la%20UNESCO%2C%20con%20motivo%20del,la%20importancia%20de%20la%20diversidad
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