La pobreza (vistazo a la anécdota de Diógenes de Sinope)

Texto de Salvador Fernández:

Carencia de 

Con estas dos palabras podríamos definir el significado de pobreza, sin la necesidad de entrar en más análisis académicos. Aunque al parecer desde las esferas intelectuales se generan las confusiones de interpretación, ¿o es intencional? 

Dicho lo anterior, después de recurrir a la disciplina filológica (etimología), que estudia el origen, forma y evolución de las palabras, en el caso del tema que para este caso nos ocupa, la pobreza: existe cierta confusión o trampa, porque pobre, proviene del latín pauper, que significa infértil, poco productivo. Y para la palabra pobre su antónimo es rico, que desde sus raíces significa divino, endiosado.

Aquí es donde se generan las ambigüedades. Pobre no es en nuestras sociedades el que carece de algo. Pobre, desde la visión del modelo económico actual, es el que produce poco o nada. En automático, las personas pobres son consideradas culpables de su situación, porque lo merecen, porque no trabajan lo suficiente, porque no producen, concluyendo, que no se esfuerzan.

Las clases sociales ubicadas en la mejor posición económica, encuentran elementos para estigmatizar, despreciar, y lo peor, sobreexplotar, con la justificación teórica, que proporcionan los intelectuales, con tan aberrantes definiciones. ¿Pero quién verdaderamente está en la posición adecuada para calificar de pobre a un individuo, a un grupo social?, mucho más cuando no estamos inmiscuidos en sus problemas y mucho menos en sus necesidades.

Para ejemplificar, observemos una anécdota de la historia universal: Cuentan que, en los tiempos de Alejandro Magno, en el siglo II a.C., quien gobernó vastos reinos, y quien disponía de un ejército poderoso con los que invadió naciones, sometiéndolas a sus designios, había sido instruido por Aristóteles. A su paso por la ciudad de Corinto se enteró que existía un famoso filósofo llamado Diógenes de Sinope, al que todos le decían Diógenes el cínico

El joven monarca no quiso marcharse de la ciudad hasta no conocer a ese hombre, del cual se decía, era un agitador de las consciencias. Salió en su búsqueda acompañado de su séquito, y lo encontró absorto en sus pensamientos. Era un día frio, pero con un sol tímido, que apenas sí brindaba unos rayos tibios para calentar el cuerpo. El monarca, sabedor de su fama y poder, se presentó diciendo: “Yo soy Alejandro Magno”; a lo que el filósofo contestó: “Y yo soy Diógenes el perro”. Al observar el monarca al filósofo, en tan deplorable situación, pues dormía en una tinaja y se acompañaba de una jauría de perros, sin evitar la comparación de tantos otros filósofos que había conocido, y que ninguno se le parecía en sus modos, dijo: “Pídeme lo que quieras, te lo concederé”; a lo que el filósofo le respondió: “Lo único que quiero que te quites, que me estás tapando el sol”. Pues Alejandro le hacía sombra al anciano filósofo. Alarmados los acompañantes por tan extraña respuesta, que les parecía una falta de respeto al monarca, consideraban tendría represalias. Más admirados quedaron cuando Alejandro Magno expresó: “Si no fuera quien soy, desearía ser Diógenes”.

El ejemplo anterior nos ilustra perfectamente que no es posible definir quién es pobre y quién no. Nadie tiene la posibilidad de valorar los requerimientos de los otros. También es verdad que en este texto solo hacemos referencia a la pobreza (carencias de), económica. Porque en las sociedades actuales, es evidente que existen pobrezas más nocivas.

A partir de que el mercado dirige las políticas económicas mundiales, con pocas excepciones, se implantó la idea de la acumulación, se suprimió la idea de que bastaba que los pueblos tuvieran los medios necesarios para brindarse lo necesario para vivir, naciendo las naciones de consumo.  

México es un país multicultural con más de quince millones de personas, repartidas en cincuenta y seis grupos étnicos. Desde los pasillos del poder central, no se puede, no se debe decidir, si la falta de un piso de concreto de una casa es sinónimo de pobreza, y mucho menos, el llevar a una comunidad de los pueblos originarios, y sin consultarlo, la instalación de plantas mineras, con el pretexto de llevar riqueza, al brindar empleos, pero que enmascaran saqueo, explotación y daños ecológicos incontables. La cosmovisión de las comunidades no puede ser ignorada. Ningún proyecto lleno de buenas intenciones, de parte de gobierno alguno, debe implantarse por orden, todo debe pasar por asambleas. Nadie puede dictar qué necesitan las comunidades.

La mayoría de los pueblos exigen respeto a la autodeterminación, las necesidades son diferentes incluso para los miembros de los mismos grupos sociales. Por eso la pobreza solo es perceptible por quien la padece, sea de manera colectiva o individual, son los únicos que saben qué, y cuáles son los medios necesarios para sobrevivir, para estar bien. Aquí también cabe perfectamente recurrir a una vieja reflexión, del pensador Agustín de Hipona (354-430 d.C.) que dice: “Pobre no es quien tiene menos, sino el que necesita infinitamente más para ser feliz”. Existen clases sociales que esta reflexión no la podrán interpretar jamás.

Esto debería aplicarlo, al igual que los individuos, las naciones que utilizan todos los métodos posibles de empobrecimiento, sobre los países que históricamente, han sido usados como colonias. (Para mayor información del empobrecimiento de las naciones se recomienda el libro Las venas abiertas de América, de Eduardo Galeano).

Pobre no es quien ha sido calificado de pobre por otros, pobre es quien es privado de los medios para sobrevivir, quien es invadido física, mental, emocionalmente. Pobres son aquellos que son obligados a emigrar por la violencia de todo tipo, sea por la delincuencia, o por las políticas públicas erradas sistemáticamente.

Pobre es, quien es víctima de acciones que, al entendimiento de los que ostentan poder, se ejercen sobre grupos, con el pretexto de sacarlos de la pobreza. Pobre se puede considerar a aquellos, que no son libres de gozar de los beneficios de su propio trabajo, y en el mejor de los casos apenas pueden subsistir con ello.

Por eso este texto es una invitación a la reflexión, que la pobreza no puede ser dictada por decretos, que la pobreza es una cuestión mucha más íntima. Y que la pobreza no se detecta de manera visual. Que la pobreza es algo más complejo de definir.

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1 Comentarios

  1. Muy bueno este pequeño ensayo, Salvador Fernández. Te felicito.

    Jose Luis Pasarin Aristi.

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